domingo, 22 de febrero de 2015

23 de Febrero

Bon día equipo!!

Última semana antes de que nos fundamos febrero! Vamos a ver qué tal se nos da este final del breve mes. Esta vez elijo algo un tanto idílico para variar...porque el otro día conversaba con un amigo sobre ideas muy utópicas, y él decía que las grandes mentes que la Historia nos ha permitido conocer, las verdaderamente grandes mentes, eran todo personas pacíficas.


Y yo, como buena soñadora creo que lleva razón, y que me quedan muchas grandes mentes que conocer por el mundo. El caso es que, esta conversación sacó del baúl de los recuerdos de mi mente cierto texto de uno de los grandes que hacía años que no releía, y me propuse buscarlo para poder compartirlo hoy. Casualidades del destino, tras años sin escucharlo, me levanté ayer, encendí la radio y para mi perplejidad apareció uno de los locutores recitando el texto! Señal de que puede que sí, que deba compartir este mensaje para que hagamos uso de nuestro"derecho al delirio" con Eduardo Galeano:

"¿Qué tal si deliramos por un ratito?
¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia
  para adivinar otro mundo posible?

El aire estará limpio de todo veneno que no provenga
de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
En las calles los automóviles serán aplastados por los perros,
la gente no será manejada por el automóvil,
ni será programada por el ordenador,
ni será comprada por el supermercado,
ni será tampoco mirada por el televisor.

        

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia
y será tratado como la plancha o el lavarropas.

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez
que cometen quienes viven por tener o por ganar
en vez de vivir por vivir nomás,
como canta el pájaro sin saber que canta,
y como juega el niño sin saber que juega.














En ningún país irán presos los muchachos
que se nieguen a cumplir el servicio
sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar,
pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo,
ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

La solemnidad se dejará de creer que es una virtud,
y nadie tomará en serio a nadie
que no sea capaz de tomarse el pelo.



La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes,
y ni por defunción ni por fortuna
se convertirá el canalla en virtuoso caballero.
La comida no será una mercancía,
ni la comunicación un negocio,
porque la comida y la comunicación son derechos humanos.

Nadie morirá de hambre
porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura,
porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero,
porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla
y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

                   

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas,
volverán a juntarse bien pegaditas espalda contra espalda.

En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental,
porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La santa madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés
y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo.
La iglesia dictará también otro mandamiento que se le había olvidado a Dios:
amarás a la naturaleza de la que formas parte.

Serán reforestados los desiertos del mundo
y los desiertos del alma.
Los desesperados serán esperados
y los perdidos serán encontrados,
porque unos se desesperaron de tanto esperar,
y otros se perdieron por tanto buscar.











Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan
voluntad de belleza y voluntad de justicia,
hayan nacido cuando hayan nacido,
y hayan vivido donde hayan vivido,
sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.

Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo
el aburrido privilegio de los dioses,
pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido,
seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero
y cada noche como si fuera la última."


Y ¿para qué sirve tanta utopía? Para esto también tuvo una buena respuesta el amigo Galeano: 


Así que a fijarnos grandes metas, y asegurarnos de que todo lo bonito no se queda en castillo en el aire y lo convirtamos en realidad, que es la única forma de ir avanzando ¿no? Y por poner algo de banda sonora al avance, hoy un temita lleno de pequeños grandes deseos de otra alma bastante pacifista como es la de vuestro ya conocido Rayden.


Como él dice "ojala fuera verdad!", que disfrutéis mucho de lo que la semana os depare. Besos desde la lluviosa Pamplona! 









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